El mayor mérito del proceso de integración europea es haberle proporcionado a la ciudadanía un prolongado e inusitado período de paz, de convivencia en amistad y de respeto mutuo. Ello le ha valido a la Unión Europea en su conjunto el Premio Nobel de la Paz en el año 2012. Pero en años recientes, el entusiasmo europeo inicial se ha desvanecido un tanto en la población. Son muchos los ciudadanos que desconfían de la UE y la ven como un proyecto para las élites. La densidad de regulaciones europeas es enorme, y los procesos de decisión a nivel europeo son altamente complejos e intransparentes hasta para los entendidos que se pierden en este laberinto burocrático. En el ámbito político nacional han surgido movimientos eurófobos de la extrema derecha y la izquierda radical preocupantes. La necesidad de recuperar la confianza de los ciudadanos es urgente. El reto de cara al futuro es resucitar el espíritu de una UE políticamente fuerte, económicamente competitiva, ecológicamente sostenible e institucionalmente cohesionada.El caminó a seguir es arduo y requiere una acción contundente por parte de los gobernantes en diversos frentes.