La transformación digital es un fenómeno que está atravesando cada faceta de nuestra existencia y, por supuesto, también de la diplomacia y las relaciones internacionales.
Esta nueva era de innovación, como parte de la cuarta revolución industrial, está caracterizada por una disrupción tecnológica sin precedentes.
Al mismo tiempo, el multilateralismo que caracteriza el orden liberal internacional está en crisis, con el auge de populismos a nivel global, el deterioro de las democracias y una importante reducción de los niveles de confianza ciudadana en el sistema de cooperación internacional.
En el marco de un contexto global tan crítico tiene su nacimiento la pandemia por la COVID-19.
Este escenario puso de relieve la necesidad de dotar de innovaciones tecnológicas a los departamentos y/o ministerios responsables de llevar adelante la política exterior de un Estado.
De igual forma, la pandemia agravó la problemática de la desinformación, una amenaza que aqueja a la Unión Europea desde hace más de un lustro.
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La desinformación es definida por la UE como una amenaza híbrida, lo que demanda una compleja respuesta diplomática y de seguridad por parte de las instituciones europeas y de los Estados miembros, en conjunto, en especial del Servicio Europeo de Acción Exterior, el servicio diplomático de la Unión Europea.
En un mundo cada vez más digital, existe mayor margen para la difusión de noticias falsas y bulos y, desde el inicio de la pandemia, tanto Rusia como China han desplegado una intensa labor de comunicación en torno a la COVID-19 con sus propios métodos y campañas de desinformación.
El Servicio Europeo de Acción Exterior ha cumplido diez años de vida y, como estructura diplomática europea por excelencia en la lucha contra la desinformación, merece que sus competencias estratégicas, sus recursos y limitaciones sean analizados para que, tanto en el marco de la pandemia como a futuros, se convierta en una fuerza diplomática que avance los objetivos de po