Del análisis de los fundamentos epistemológicos, históricos, antropológicos y éticos que dan sentido a la Dirección de Personas, se concluye que si lo que pretende es contribuir al bien común y al progreso sostenible, la empresa debe contemplarse como una comunidad de personas que produce bienes y servicios para satisfacer las necesidades reales de la sociedad. Como consecuencia, se plantea un itinerario formativo para tratar de enseñar a organizar, planificar y controlar procesos que involucran a las personas, con el fin de lograr que la empresa resulte ser eficaz, rentable y eficiente. Se deduce también que a liderar debe aprender uno mismo, porque solo la conciencia de si, la sabiduría, la destreza y la voluntad de la persona pueden procurar el respeto y la confianza de otros en base a la autoridad otorgada que necesita un verdadero líder. Por ello, los programas propuestos se orientan a despertar el interés sobre el verdadero valor de las personas, potenciar la cultura del propósito, el talento, el esfuerzo y el progreso personal y profesional, y descubrir las implicaciones de la libertad, el compromiso y la responsabilidad en la sostenibilidad de la empresa.