Dias de sumisión. Cómo el sistema democrático venezolano perdió la batalla contra Fidel
Avendaño Linares, Orlando JoséUnión Editorial, S.A.
Formato papel
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19,76 €
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Dias de sumisión. Cómo el sistema democrático venezolano perdió la batalla contra Fidel
Avendaño Linares, Orlando José
Unión Editorial, S.A.
Cuarta edición, revisada y ampliada, del clásico contemporáneo de Orlando Avendaño.
El 2 de febrero de 1999, Fidel Castro estuvo en el Palacio de Miraflores.
Ya antes había visitado la sede de la presidencia de Venezuela; pero esta era su primera entrada triunfal.
Como si Bolívar volviera a entrar a Caracas y saliese victoriosa la Campaña Admirable, como aquel 6 de agosto de 1813.
Entraba como lo hizo en Santiago y, luego, en La Habana, pero de una forma mucho más discreta.
Sin bulla y con prudencia.
Nadie lo notó, pero ese 2 de febrero quien tomaba el poder era él, no Hugo Chávez.
Los hechos lo demostrarían y todos los venezolanos comprenderían, quizá de la forma más odiosa y detestable, que en las elecciones de 1998 no triunfó la democracia; en cambio, se impuso la dominación de un Estado sobre otro.
La soberanía de Venezuela jamás había sido tan violentada.
Fue un proceso gradual y legítimo.
Tal vez para evitar condenas, rechazos e indignaciones.
Ya el mundo había evolucionado y parecía dispuesto a garantizar a toda costa que la tesis de Francis Fukuyama resultara.
Si la historia debía terminar, porque el conflicto contra el comunismo había cesado; pues así tenía que ser.
Sin embargo, Castro estaba dispuesto a revivir viejas tensiones.
Luego con Lula, Cristina, Evo, Rafael, Michelle, Daniel y Manuel obtendría sus siguientes victorias.
Pero ya había logrado la primera y más importante en Venezuela.
El triunfo con el que podría financiar la expansión de su propósito de décadas.
El 2 de febrero de 1999, Fidel Castro estuvo en el Palacio de Miraflores.
Ya antes había visitado la sede de la presidencia de Venezuela; pero esta era su primera entrada triunfal.
Como si Bolívar volviera a entrar a Caracas y saliese victoriosa la Campaña Admirable, como aquel 6 de agosto de 1813.
Entraba como lo hizo en Santiago y, luego, en La Habana, pero de una forma mucho más discreta.
Sin bulla y con prudencia.
Nadie lo notó, pero ese 2 de febrero quien tomaba el poder era él, no Hugo Chávez.
Los hechos lo demostrarían y todos los venezolanos comprenderían, quizá de la forma más odiosa y detestable, que en las elecciones de 1998 no triunfó la democracia; en cambio, se impuso la dominación de un Estado sobre otro.
La soberanía de Venezuela jamás había sido tan violentada.
Fue un proceso gradual y legítimo.
Tal vez para evitar condenas, rechazos e indignaciones.
Ya el mundo había evolucionado y parecía dispuesto a garantizar a toda costa que la tesis de Francis Fukuyama resultara.
Si la historia debía terminar, porque el conflicto contra el comunismo había cesado; pues así tenía que ser.
Sin embargo, Castro estaba dispuesto a revivir viejas tensiones.
Luego con Lula, Cristina, Evo, Rafael, Michelle, Daniel y Manuel obtendría sus siguientes victorias.
Pero ya había logrado la primera y más importante en Venezuela.
El triunfo con el que podría financiar la expansión de su propósito de décadas.
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FICHA TÉCNICA
- ISBN: 978-84-7209-879-4
- Fecha de edición: 2022
- Nº edición: 4
- Idioma: Castellano
- Encuadernación: Rústica
- Nº páginas: 448
- Materias: DERECHO POLÍTICO Y CONSTITUCIONAL / Derecho Político y Parlamentario. Ensayo político /