La gestión pública del elemento religioso en nuestra sociedad occidental posmoderna plantea hoy dudas importantes.
Los poderes públicos están interfiriendo sobre la libertad religiosa de sus ciudadanos, ahogando cualquier voz discrepante en los medios de comunicación oficiales y vertiendo estereotipos tan confusos como interesados.
Esta controvertida gestión pública del elemento religioso se enmarca dentro de un proceso de evidente crisis religiosa.
Una crisis que, marcada por un hondo relativismo, no es ajena a un laicismo combativo ante toda visibilidad de elementos religiosos en el espacio público, propiciando un clima de evidente hostilidad.
Una crisis que bebe de la insensibilidad de la secularización social extrema, que pretende reducir la creencia religiosa a una simple cuestión de opinión.
Una crisis que, no obstante, también plantea apasionantes retos futuros.
Más aún en una sociedad marcada por el pluralismo y la diversidad, y que parece abocada hacia una nueva convivencia entre personas de diferentes creencias.
La libertad religiosa es una cuestión de dignidad humana.
Pero también afecta a la cohesión social, a su organización e, incluso, a la identidad, tanto de las minorías como en clave nacional.
Sobre todo esto, y muchas otras cosas más, trata este libro, cuyos capítulos han sido abordados por prestigiosos especialistas procedentes de la Filosofía del Derecho y del Derecho eclesiástico.